martes, 9 de octubre de 2007

La historia de mi amor..




Esto partió el día primero de marzo, y si mal no recuerdo eran las 7 de la tarde, donde más solo no lograba estar. “En soledad y sin conocidos”, porque la cantidad de gente que caminaba en una sola dirección, “El Arena”, no tenia las mas mínima idea que yo estaba parado ahí esperando a aquellos amigos que acompañarían la mejor noche de mi vida. Aquella gente que miraba imaginaba algo, llevaba conmigo una polera que invocaba a Silvio, el gran creador de amores.
Pasaba el tiempo muy lento, el cigarro mataba mis pulmones y en un valioso segundo cayó el primer personaje. De a poco los otros hicieron su aparición, sin pensar si quiera que ellos estarían en mí por mucho más tiempo, creando lazos de amistad e ignorancia, cantos y guitarras.
Frente a mí y sin darme cuenta, siguiendo la rutina de los demás, o sea cayendo poco a poco. Ella, acompañada de un hombre que a mis ojos mayor, su novio, y protegiéndola de personas como yo, “en busca de no menos que historias de amor”, su tono de voz sacudió en un instante mi atención. Era perfecto como expresaba la alegría de haber encontrado al grupo, sus ojos eran despistados, su novio a la vez protegiéndola, asegurando una sonrisa, ella indago en busca de un saludo.
Me pregunto ¿Porque el hombre desde siempre ha tenido en lo largo de la vida el don del respeto al saludar? Hubiera sido mas fácil esquivar su presencia, o bien alejarme del grupo. Eso no iba suceder. El momento refleja claramente que fui un caballero al saludarla y presentarme, “Hola, me llamo Diego”.
No hay algo más simple que eso y de seguro olvido mi nombre. A eso quiero llegar con el respeto y de que vale, porque estoy seguro que si a los 5 minutos de habérselo dicho y preguntarle como me llamo, quedaría pasmada recordando el momento en que llego y le dije mi nombre, y no lo diría.
Al completarse el grupo que se juntaba con el mismo fin, como era debido comenzamos a caminar, llenándonos de risa, anécdotas y cigarros matando nuestros pulmones. No sabía en que lugar estaba ella, quizás tras mi espalda o mas adelante. La verdad no me importaba mucho, la vi en un principio con su novio y lo que menos quería era problemas, por andar ansiado de mujeres que no me pertenecían.
La noche se acercaba más y las últimas palabras que compartí ese día con su voz fue haberla invitado a un encuentro que realizaríamos al día siguiente con las mismas personas que compartió tal momento, y otras más.
A todo esto regresé a mi casa feliz por tan lindo recital. Silvio Rodríguez es vida para mí. Lleva muchos años regalando poesía, música y canciones hermosas. Si ahora lo tuviera en frente le daría gracias por haber cambiado el rumbo de mi vida, que no era muy buena que digamos.

Ya había pasado un día completo de aquel momento en que ni siquiera note la presencia de quien zamarreo mi atención.
Eran las 7 de la tarde del día viernes 2 de marzo y aun el recuerdo de las canciones que siempre quise escuchar no dejaban de palpitar mis oídos.
Eran las 7:15 y llegue a un punto de encuentro donde esperaban que llegara,
-ni que me quisieran tanto-.
Penosamente no era esa la razón del porque inquietamente querían mi presencia. Yo sabía el lugar exacto de la “Junta” con la demás gente, y claro, ellos no.



Al llegar estaba ella ahí, y la destaco porque es el fin de esta historia, los demás solo fantasmas y actores.
No valió de mucho que me esperaran, al final acabaron yéndose solos, y ahí quede como al principio, “en soledad y sin conocidos”.
Lo único bueno fue pensar en lo que me esperaba. Un rico Ron o una piscola con hielos de pisco, como el gran macho chileno. Tenía hambre también así que un cigarro sacio las ganas ese momento.

Luego de unas horas y ya encima del carrete, con unas piscolas encima, cantaba algunas canciones de Silvio cortejándome con una guitarra. Sentía a lo lejos que ella miraba mis manos y mi cara que expresaban el sentimiento que abordaba el hecho de cantar tan lindas canciones. Por mi timidez rehusaba tal atención de su parte hacia mí. Con el pasar de los ratos agradables que vivía, supe que la soltería la acompañaba de la mano, y claro, el hombre que en un principio pensé que era su novio, era su hermano. La verdad no sentí ni lo más mínimo al saber esta noticia. Yo estaba embriagado y tenía mucha felicidad por compartir con mis amigos que tenían casi los mismos gustos que yo.
Mire a mi alrededor y notando si alguien fijaba sus ojos en mis movimientos cuando me dirigía a ella, no iba a actuar, era muy tímido. Pero como todos celebraban, reían, cantaba, tomaban, no percataron mi proceder. Así que tome una cámara y me acerque a ella, “ya no era tímido”, el alcohol se comió tal defecto.

Pregunte si le gustaban las “piscolas”. Ella en voz clara profundizó un si.
-¿Que mujer te dice eso? - y mas encima frente a un cámara, sabiendo que quedara grabado por el resto de los días. A eso llamo personalidad. Fue ahí en que ya concebía algo en mi interior. Supe que codiciaba conocerla mas que un simple, “Hola, me llamo Diego”.
El efecto que produce extasiarse hace notar mas el sentimiento que crees sentir en ese momento, fue todo muy expedito. Tome mi cámara y me evadí a otro lugar, perdiéndola momentáneamente, sabia que en otro segundo nos precipitaríamos en ese pequeño mundo que hacían llamar casa.
Continué la noche y así hasta el amanecer. Ya los ánimos no eran los mismos comparado a las 7 de la tarde del día anterior. Era hora de irse y encauzar un camino al hogar, llevando el recuerdo de una mujer que confesó que gustaba de piscolas. Aun me sonrío pensando aquello.
Habían pasado 2 días completos desde aquel momento en que irrumpió en mi mente. Tuve que buscar la forma de obtener el más mínimo contacto de ella. Ya era una distracción en mi cuerpo que no olvidaba su voz, su rostro y sus ojos despistados. El ahogo era mi compañero. Tan sola una palabra que indicara que esta ahí aliviaría la inquietud que vivía.

Gracias a la tecnología pude tener el ansiado contacto. Fueron tan solo palabras compartidas. Al principio había que conocerse, como todos, pero notaba una pequeña indiferencia de su parte, y era de esperarse, no soy gran cosa, no soy un Tom cruise ni un Silvio Rodríguez. Ese miedo me mataba.
Pasaron 9 días desde aquel instante en que “con su supuestamente novio” apareció preguntando por un grupo de gente. Sus ojos calidos me tenían a la vanguardia de la locura, y por el gran esfuerzo que hice conteniéndola durante una semana solo con palabras cibernéticas, quedamos en juntarnos. Pese al esfuerzo repetido anteriormente fue distinto, porque cuando al fin llego el momento de vernos solo la tenía para mí y no dividida en un grupo de conocidos que no hacían más que cantar y tomar, sin darse cuenta que tal importante mujer los rodeaba.


Valió la pena al mirarla de nuevo frente a mi cuerpo. Aun no creía que imaginariamente era toda mía, solo mía. Caí de nuevo en el pensamiento que no soy gran cosa ¿Que hace ella conmigo?, me preguntaba. Pero fue rápido, se olvido de inmediato.

Aun atónito y mas el frenesí que provocaban su movimientos, su voz y su ojos despistados, quise siempre besarla, pero sabía que si lo causaba mataría la magia que nos encarcelaba. Todo era perfecto, todo era hermoso.
Sentados uno al lado del otro frente a unos totales desconocidos, nuestras manos jugueteaban con sudor. El calor era inmenso, y su piel calentaba más el ardor que producían sus gotas de entusiasmo reflejadas solo en mis manos.
Ya quería partir del lugar, ya sentía que el ambiente no jugaba a favor. Quería una privacidad que solo la noche podría darme. Quise entregarme a ella, mostrarle lo que producía su fervor, pero mi cuerpo hundido de pasado detenía tal proceder.

Decidimos ir a lo que llamamos “Junta”. Ahí esperaban amigos, guitarras, notas, comida y celebración. Nos quedaba un camino largo a ese encuentro, pero había paciencia, y aun alucinado porque junto a mi caminaba la mujer que robo mi desvelo, y de la que ya pensaba no separarme jamás.
Un pequeño bus fue testigo del compromiso mas recordado que han firmado mis labios, la palabra beso no llena el Espacio-Universo que creó su fogoso sentimiento, y disfruté como nunca antes me había complacido. La felicidad no alcanza para describir las ansias que seguí teniendo por continuar besándola hasta sentirme muerto. Ya la sentía dentro, ya la aspiraba en mis brazos, ya codiciaba su cuerpo hirviendo mi vida. Mis besos escapaban en una mínima de segundos, yo era suyo, todo era de ella, y ella era mía.



Si pienso bien todo lo vivido en dieciocho semanas llenas de Amor-Placer, puedo asegurar el incierto futuro que me espera y mata las expectativas sobre el Amor para toda la vida. Los errores son bacterias que comen tus defensas y te dejan pasmado, deliberante a luchar contra el mundo. Eso es lo que quiero y eso es lo que haré.
Sin darme cuenta, mi vida la entregue a sus manos. Ella ahora tiene el poder de decidir entre la vida o mi muerte, solo soy un pecador indefenso decidido a luchar por lo que quiere.
La pregunta ahora es ¿Qué es lo que quiero?.....
-Te quiero ti--Para siempre, Para toda la vida
.

1 comentario:

Unknown dijo...

"Estoy buscando una palabra", porque realmente, me dejaste sin ninguna!

Esta historia ya la había leído, pero nunca pensé que la publicarías... qué sorpresa!!!

Esto es gritarle a los 4 vientos nuestro amor... esto es estar enamorados...

Siento que hoy te amo más que ayer...

tu niña,

Eve!